El viaje según Montaigne

Son diversas las maneras de viajar para llegar a Montaigne. Michel Eyquem de Montaigne de quien aprendí de su existencia gracias a aquellos programas radiales llamados Radio RedOnda, en donde el siempre bien recordado Germán Dehesa lo citaba con frecuencia recitando de memoria pasajes de su extensa obra incitando a la imaginación que conduce al escucha de la radio a viajar por las letras y conocer más de su obra.

Montaigne creador del ensayo como género literario, o al menos su padrino de bautizo, tiene en sus “Ensayos” una obra de lucidez filosófica, de frescura a pesar de la distancia con el siglo XV,  en que se escribió, de una claridad que trasciende al tiempo, una obra que no se deja engañar por dogmas, que se resiste a inclinarse a un bando o a otro, que viaja por su mundo interior y todo lo cuestiona.

El filósofo que no pretendió serlo, que “escribió para educarse para la vida”, decidió adelantarse a la época de lo que se convertiría un par de siglos después en el obligado viaje denominado Grand Tour, y emprendió el viaje a Italia con el objeto de recibir en Roma el dictámen de la lectura de sus “Ensayos”. Salió de su Torre en Montaigne, cargó con los libros que consideró de buena compañía, y  subió al primer corcel para emprender un viaje que pasando por Alemania y Suiza tendría su fin en un recorrido por gran parte de Itali durante diecisiete meses, según lo documenta en una selecta y bien cuidada edición la joven editorial Minerva en su “Diario de viaje a Italia por Suiza y por Alemania (1580-1581)”, obra que consta de una selección de las memorias de Montaigne, traducida y curada por Camilo Rodríguez.

Montaigne abandona la comodidad de su castillo, sale del confort de su biblioteca, cuna de sus viajes, y emprende el largo viaje con la curiosidad científica de un detective que indaga en la profundidad de lo humano. Nada más alejado en su viaje al de posar para la selfie, publicándola en espera del halago y los “likes” que son el alimento del ego y el verdadero disfrute del viaje actual, o solo parar en los sitios de postal. El suyo fue un viaje al fondo de la cultura, de las incomodidades, de los usos y costumbres y sobretodo de las personas

Mientras se encuentra en Italia tiene la elegancia y el rigor de  escribir su diario en la lengua del país, visita a impresores (en ese entonces no había librerías) compra libros, lee a Bocaccio, convive con Papas, Cardenales como Farnese, de quién fue huésped en su bellísimo palacio en Caprarola (no confundir con Palacio Farnese ubicado en Roma). Aprecia la arquitectura de los lugares y compara, tiene el ojo del conocedor incluso de lugares que nunca ha visitado mas que por medio de los  libros. Admira las manifestaciones en las plazas, disfruta de los juegos de los pueblos, descubre incluso para el viajero moderno secretos bien guardados y que por fortuna parecen no haber aún trascendido al turismo de masas. 

Siendo sus males renales parte del motivo de su viaje, visitó  médicos y apreciaba la calidad del agua en cada poblado, identificando su  dureza o suavidad, como cuando describe el agua sulfurosa en Tívoli o las dulces y abundantes de Fano, siempre atento a la abundancia o escasez según el caso, en una época donde el contar con agua nada más abrir el grifo no existía, había que currar para obtenerla. 

En su andar describe poblados, su arquitectura, su vocación: artesanal en Lucca en donde tratan la seda, o comercial en Ancona, de donde menciona los excelentes perros que se muestran acostados sobre la vereda y están a la venta, o Loreto en donde viven fundamentalmente mercaderes de la cera. Describe su paso por Recanati (posteriormente famosa por ser cuna de Giacomo Leopardi) , Castello, Pescia, Urbino, entre tantos otros.

Habla de la calidad de las cortinas, las ventanas y las camas de los hostales italianos que describe como más cómodas que las francesas, y hace una crítica, generalmente negativa, sobre los vinos que va probando en cada poblado. Sabe transmitir su aprecio por  la limpieza del aire a donde va, y cómo le sienta bien —o no— el mismo. Habla de la gastronomía de los lugares, del desprecio de los romanos por aquello que no se cocina con aceite de olivo, de los quesos de Milán, de los vinos rebajados con agua en las Marcas. 

Describe a detalle a los habitantes de cada lugar, sus hábitos higiénicos, sus gustos, sus juegos, la forma en que se alimentan, y su cultura. Lleva registro de sus gastos y los “julios” —moneda en curso en la época— que cuesta sea el hospedaje que los alimentos, que la renta de caballos y carruajes. Habla de la importancia de la compañía, sabe apreciarlas independientemente del origen de las personas, disfruta tanto de la compañía de “gentilhombres” como de personas comunes “ningún placer tiene para mi gusto sin comunicación” llegaría a escribir en sus Ensayos.

Es un deleite a quinientos años de distancia ver el aprecio por la curiosidad del viaje, y el detalle de la diversidad en lugares tan cercanos como apenas quince millas, tan distante del mundo que hoy tiende a la homogeneización, a franquiciar los lugares de éxito y replicarlos por el mundo. 

Me recuerdo en camino de regreso del  trabajo un día cualquiera, circulando por la avenida Américas de mi ciudad  escuchando a Dehesa hablar de Miguel de la Montaña,  como lo nombraba; el viaje que no termina.

Los encerrados murales del palacio

El pretexto del viaje a la Ciudad de México fue que una niña de 4 años lograra uno de sus insistentes anhelos recientes, conocer la casa azúl de Frida Kahlo.

A su corta edad, ha sido afortunada de tener maestras que de manera genuina se ocupan de parte de su educación, una de ellas, quizás sin imaginar lo que provocaría, se vistió un día de Frida Kahlo, platicó la historia de la pintora en el salón de clases: la pequeña Julia impactada por la historia  del accidente, por la silla de ruedas en la que viviría muchos años y los conocidos males que la aquejaron, buscó y encontró en su casa algunos libros de fotografías históricas  y de la obra pictórica de la  icónica mujer, se involucró con el personaje y no descansó hasta llevarnos a este viaje.

La llegada, a las empedradas calles,  parques y jardines de Coyoacán, es un ingreso pausado y amable en medio de la gran ciudad. Sus iglesias de piedra antigua, los cilindreros, globeros, algodoneros y mimos mantienen vivo a un Coyoacán limpio,  bien conservado, cuidado por amables vecinos que han aprendido a convivir con sin inmutarse con los turistas. La visita  a la casa-museo Casa Azúl es algo que sin duda vale la pena:  bien conservada, refleja la esencia de las raíces de Frida, su entorno, sus querencias, es en fin un  retrato del México del que se convirtió en una de sus más fieles y genuinas exponentes. 

Con ese pretexto visitamos otros destinos de La Ciudad, como la nombran los chilangos: la Basílica de Guadalupe, el sorprendente parque “La Mexicana” y claro,  el centro histórico, siempre en ebullición, siempre rico en sensaciones, caótico a su modo.  Ingresar a Bellas Artes, caminar desde la Alameda por la calle Madero, visitar  al Palacio de Iturbide, repasar  en el Museo del Estanquillo las colecciones de Monsiváis , llegar al Zócalo. Un paseo siempre distinto, colorido, de aromas y texturas de nuestro México. Ingresar al  Zócalo es entrar a un cielo abierto abajo del cual yace la plancha de concreto  con una enorme asta bandera en medio. Flanqueado está por Catedral, Palacio del Ayuntamiento, Palacio Nacional, y los Portales.

El “espacio público es sagrado”, sostiene Rocío Herrera, amiga y activista Tapatía, por ello ver el Zócalo copado por 3 carpas para venta de productos oaxaqueños no fue agradable. El fin es bueno, los productos oaxaqueños puestos a la venta sin duda genuinos y atractivos, un escaparate para el comercio de ese maravilloso estado, pero ese no es el foro para ello. Usar el principal espacio público del país para un bien particular, sea de quien sea, es una forma de privatización. Aún así, podría considerarse pecata minuta frente a lo que vendría. He venido a esta ciudad desde que tengo uso de razón, he visitado el Zócalo con invitados, mostrando la esencia de la capital política de México, y siempre había ingresado a Palacio Nacional para disfrutar de la belleza de los murales que por encargo de Vasconcelos,  Diego Rivera pintó a lo largo de sus escaleras, pasillos y salones. En un acto que admite el calificativo de populismo, el actual presidente de México decidió convertir la casona de Los Pinos destinada a ser la casa de los que ocupaban el encargo público en museo, y migró a vivir a  Palacio Nacional. Facilitó el ingreso a todas las personas que así lo desean a una casona que mas que aportar a la cultura sirve para saciar la curiosidad, y a cambio restringió el acceso de todos los mexicanos que quisiéramos hacerlo a Palacio Nacional. No solo limitó el acceso, agregó vallas de protección a las afuera de un lugar en el que durante décadas todos podíamos entrar. 

Así, quien se dice adalid de la democracia termina sus días encerrado en un Palacio que es de todos; ¿hay algo más democrático que un lugar público al acceso de cualquier persona?. 

Vasconcelos hizo el encargo de los murales no por darle el valor estético a los muros de Palacio que sin duda lograron; por encima de todo, lo hizo por entender que el muralismo era una forma de educar, de transmitir conocimiento. Esa transmisión de conocimiento, esa facilidad de acceder a un lugar que es de todos, lo ha privatizado el presidente que habita en palacio, aquel que dice incansablemente de manera demagógica ser la encarnación del pueblo 

 
¿Cómo le debemos llamar al uso de una plaza pública para el comercio de unos pocos, y a la restricción de accesos a los espacios más accesibles de Palacio Nacional?

Miles de mexicanos —mi hija entre ellos— que visitan a diario el centro de la ciudad tendrán que esperar por una mejor oportunidad para recuperar la oportunidad de visitar la maravilla de los murales que Rivera —quien lo diría, de ideología comunista—, pintó para todos los mexicanos. 

El día que pararon las prensas en Alemania

Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol” — Albert Camus

En el país que la inventó, todas las prensas pararon.

Una noticia que podría ser casi banal, más de medios dedicados a la economía, irrumpió en las primeras planas de toda la prensa del país germánico.

Un poblado pequeño llamado Herzogenaurach en el centro de de una convulsionada Alemania fue la cuna de una fábrica de calzado deportivo hacia fines de los años 20’s del pasado siglo. Exitosa desde su inicio, la fábrica de los hermanos Dassler fue proveedor de la delegación alemana en los Olímpicos de Berlín del 36’, era la plenitud del nazismo y soplaban vientos de guerra.

Al finalizar esta, los hermanos iniciaron la propia, se distanciaron, y cada uno fundo su propia marca de ropa deportiva, Rudolf fundo “Puma”, Adi (Adolf) fundo Adi-das. El pequeño poblado testificó el nacimiento de dos colosos.

Apenas a nueve años de finalizar la guerra, a Alemania se le levantó el veto de participación en los mundiales de futbol. Nadie imaginaria que estaría en la final, que el partido lo iniciaron perdiendo 2-0 contra la favorita Hungría de Puskas y que gracias a la ingeniería de Adidas —y por supuesto al coraje alemán— ganarían el partido 3 a 2. En un campo convertido en potrero debido a la lluvia, Adi Dassler en persona utilizó por primera ocasión su innovación, intercambio  los tachones de madera de los zapatos por aluminio, lo que se dice representó una ayuda fundamental en el campo para que se diera el “milagro de Berna”. Adidas inició así, como campeones del mundo, su relación con la selección de Alemania.

El elegante uniforme de calzoncillo negro y casaca blanca con las tres franjas en contraste, representa una relacion que generó una maquinaria de ppor tica símbolo de quienes no se rinden nunca, algunos notables registros:

En aquel México 70, el partido del siglo contra Italia en el que los veintidós jugadores terminarían rendidos en el suelo al finalizar

El jersey azul de Sepp Maier

Beckenbauer levantando la copa en Munich ante la mirada de Cruyff

Aquella selección de Briegel, Littbarsky, Rummenigge y compañía, llegando a las finales de España y México en los 80’s

La maquinaria sólida de Italia 90, aquel mundial en el que me tocó presenciar apenas a unos metros, cuando la impotencia le ganó al holandés Frank Rijkaard y lanzó un escupitajo al rostro de Rudi Voller.  El penal convertido por Andreas Brehme, la final con sabor a revancha contra la Argentina de Maradona, y aquellas calles de Roma que se convirtieron en las de las ciudades alemanas.

Una nueva final en Japón, contra un Brasil de fantasía: Ronaldo, Rivaldo, Cafú, Ronaldinho entre una lista inagotable del talento carioca que dejó sin opciones a Oliver Kahn y compañía.

Las lágrimas de la aficionada enfocada por la transmisión televisiva en Dortmund cuando Grosso y Del Piero sepultaron las esperanzas de la Mannschaft de ganar en su país, mientras los locutores italianos gritaban sin parar “andiamo a Berlino!!”

La humillación a Brasil en el Mineirao y un nuevo título, ahora contra la Argentina de Messi en el 2014.

Solo algunas de las más notables postales de una historia de una delgada línea en donde no se sabía si Adidas representaba a Alemania o viceversa. 

Un anuncio tomó por sorpresa a la casa de las tres franjas:

“La selección alemana firma con Nike como nuevo patrocinador”.

Dicen que no tuvieron oportunidad de reaccionar a la millonaria oferta de la casa de la palomita. La economía de mercado puso fin a la relación comercial, deportiva, sobre todo identitaria, mas larga y exitosa de la historia hasta ahora. 

Desde aficionados de a pie a ministros de estado, calificaron al hecho de “traición a la patria”. Quizás pasa más por la confirmación de que en nuestra sociedad la economía está por encima de cualquier otro valor. Uno de los últimos bastiones del romanticismo deportivo llegó a su fin, nos tendremos que resignar a ver encuentros entre Alemania y  Estados Unidos vestidos con el mismo formato, tan solo con el cambio de colores, y también a ello nos acostumbraremos. 

Me quedo con el recuerdo de la postal del elegante seleccionado alemán del 86’ que estuvo durante años de fondo en el escritorio de mi habitación.

A veces la globalización sabe a derrota. 

Parece una banalidad, no lo es.

La Elegante Vagancia

La historia de las librerías es la de una perpetua reinvención. —Librerías, Jorge Carrión.

Con la nostalgia de saber que nunca volveré, camino de salida hacia una solitaria calle en pleno otoño tapatío. El aire frío se sentía denso, la calle, como la mayoría de la llamada “colonia mas cool del mundo” sucia y descuidada en la tarde de sábado de finales de noviembre. En la mano portaba los últimos libros adquiridos en la Elegante Vagancia.

Dejaba atrás la casona, obra del justamente multi citados Luis Barragán, salía lentamente por el pasillo que conducía al ingreso de la librería fundada y forjada por Carlos Ranc. Nació en París en el 68’, su destino estaba marcado: artista y bibliófilo de cepa, inconforme del mundo que se nos dejo venir, defensor de la lectura como método de vida, crítico de la burguesa pedantería.

La puerta al final del pasillo de la casa Cristo cerraría esa tarde de manera definitiva sus puertas. En el interior quedaría expuesta de manera bien curada la cuidada selección de primeras ediciones, de libros de arquitectura, filosofía, de editoriales independientes, aquellas que no encuentran fácilmente sitio en los anaqueles, de escritores de culto —una nutrida colección de Ibarguengoitia lo constata—. Fieles de la librería acudían al último llamado a dar el pésame a los colaboradores y a la familia que de manera amable y digna, invitando tequilas y mezcales a quien guste acompañarlos, despedían el legado de Ranc.

Nueve años de historia de la Elegante Vagancia, podría describirse como una labor heroica haberla mantenido en pie todos estos años, de no ser porque era la extensión de la vocación por los libros que tenía Ranc y sus ganas por compartirla. 

Que el fantasma de la Elegante Vagancia no abandone las calles de esta ciudad. Que sea la semilla de muchas nuevas librerías.

Descenso del Gavia

El presente es la frontera entre el desierto del pasado y el jardín del futuro. A cada momento lo estamos volviendo a trazar — Ambrose Bierce

Pertenezco a ese selecto grupo en la vida que no se saca un premio ni en una lotería de dos, al que le puede caer un volado adverso diez veces seguidas. Pertenezco también a otro selecto grupo al que suceden los eventos mas improbables con menuda frecuencia, que la llave caída quede en un lugar inaccesible, que la pila del teléfono se agote súbitamente en el momento de una llamada importante, que sus equipos lleguen ganando finales con dos y tres goles de diferencia a un medio tiempo y al final todo quede en tragedia, la lista de estos accidentes banales es casi infinita.

Según las teorías de la felicidad en esta vida todo sucede por algo hay que buscarle el significado a las cosas y sacar lo mejor de lo que nos sucede, así que en buscando construir, y sabiéndome parte de los selectos grupos, cada vez que sucede algo, convierto el porqué a mi, en porque no a mí, y como dice una amiga: decide que vas a hacer con eso. Además, pertenecer a este selecto grupo tiene su punto, estás preparado para afrontar cualquier imponderable casi con naturalidad, porque estos suceden todos los días, la palabra de moda «resiliencia» la aplicas a diario.

Esto paso por mi mente justo en el momento de la foto que acompaña estas palabras. ¿Cuáles eran las posibilidades que estando en un alejado lugar, con una vista que de lo imponente no alcanzan las palabras, después de una dura escalada con meta llena de nieve y en el momento de iniciar una bajada a temperaturas bajo cero, con el cuerpo completamente tullido, se atravesarán de ida y vuelta un grupo de cabras montesas mientras el camarógrafo del evento inmortalizaba lo que me sucedía? 

El pavimento estaba en condiciones resbalosas, el agua se solidificaba por el frío,  mis brazos y piernas no se podían mover el frío me tenía en posición monolítica sobre la bicicleta las cabrás brincaban de un lado a otro unas bajando otras subiendo todo en frenesí y  el tiempo para decidir era de segundos o me detenía con posibilidades grandes de caer o cruzaba esperando que las cabrás no tuvieran intención de cruzar al mismo tiempo todo mientras el corazón ese si latía a alta frecuencia las manos congeladas tomaban los frenos la velocidad disminuía y no podia mover mas que los dos dedos que tocaban las palancas la cabeza sudaba en medio de ese frío.

Las cabras fueron amables, cedieron el paso y seguí bajando debatiéndome entre un frío que no me dejaba mover, una camino estrecho que apenas si permitía que cruzaran un auto pequeño y una bicicleta y un majestuoso paisaje de montañas que se descubrían una detrás de otra, el precipicio a pocos metros y enfrente escarpados riscos, al fondo valles, el camino arropado por  pinos que de pronto desaparecían para ceder a la vista del río abajo. 

No es gratuito que en esos momentos recapitules en muy poco tiempo sobre los capítulos de tu vida, los que se cerraron, los proyectos amigos y amores que se fueron, los que se abrieron y las razones de felicidad. Lo que tuviste que pasar para estar justo aquí, donde soñabas con estar de ninguna manera por el camino terso, por la ruta trazada en los albores del plan de vida. Sigo bajando, la temperatura sube y las manos dejan de estar entumidas las piernas ganan movilidad el paisaje sin el frío paralizante se hace disfrutable. Ya no veo mas ciclistas y pienso que me perdí, de nuevo me tenia que pasar, de nuevo el corazón late y la mente empieza a jugar conmigo, sigo pedaleando tratando de disfrutar, total el peor escenario es que alguien se apiade y me vengan a buscar o que en algún punto encuentre un taxi y me lleve al aún lejano lugar de destino. Se aparece una señal de la ruta y regresa el alma al cuerpo y el disfrute se vuele mas pleno. El clima se convirtió súbitamente en calor, al llegar a la parte mas baja me deshago del papel  aluminio con el que me forre en la cima llena de nieve, quito capas de ropa, rodar lo mas ligero posible. El paisaje cambia por completo aparecen extensos valles al lado de un río, alguna iglesia rodeada de cabañas de montaña, graneros que hacen pintoresco el paisaje, sonido de campanas que cuelgan de las vacas.

De nuevo veo ciclistas, mejora mi ritmo empiezo a escalar el demandante ultimo tramo, alrededor de quince kilómetros de escalar entre pinos y manzanos, sigo subiendo ligero el cuerpo se siente bien y la cabeza esta concentrada en mantener el paso no dar pie al cansancio subir con ritmo y disfrutar, sigo pasando ciclistas. Los últimos kilómetros son demandantes sigo a ritmo alto la cabeza esta fuerte la meta es una ilusión cercana, escucho la música que espera y las fuerzas salen de alguna parte y sigo pasando ciclistas. La meta esta ya a la vista a dar el resto como si fuera el final de una gran vuelta, sprint y llegada gozosa. 

Las ilusiones, pasan los años y estas se diluyen; en una época ir al estadio un domingo, que te tomaran la llamada esperada, u obtener una buena nota en historia, era la ilusión. La vida juega  la trampa de nublarlas, hacerlas invisibles. Convertimos las ilusiones en expectativas, las expectativas no se cumplen, los caminos no son los esperados y las ilusiones se desvanecen. A cierta edad quizás el reto es mantener o recuperar la ilusión.  

Hay imágenes que son una perfecta síntesis de vida.

El Bosque en Llamas

«Los mejores hombres han muerto por nuestra causa, pero eso no es suficiente. Si no aprendemos a vivir la tierra, la tierra se nos va a tragar»

— El Llano en llamas, Juan Rulfo.

Una sensación desoladora al ver ese bosque convertido en cenizas, con el humo que emanaba aún del fuego latente bajo la tierra. Compartir la sensación no es posible, normalmente tenemos que vivirla, sentir el calor, la piel que suda, los ojos que se irritan, respirar el aire pesado y ahumado, ver los ojos tristes en rostros cansados de una lucha en donde el enemigo es invisible, es impredecible y tiene una fuerza muy superior a la de cualquier brigada: el viento.

A largas temporadas de sequía, hojarasca, material orgánico, hay que sumarles basura, prácticas de quema ancestrales para quemar el terreno para la nueva siembra, falta de cuidado y prevención de quienes habitan, y sobretodo de quienes visitan la zona, muchos elementos en contra, el bosque no resistió.

La larga recta de carretera que precede el asenso anuncia la tragedia —por demás un proceso que también es natural— fumarolas en la cara oriente de las montañas a la altura de Atemajac, humo que viene del altiplano Tapalpeño y se difumina en el cielo, olor a llano en llamas en la tierra por la que se paseara tanto Rulfo, al fondo la copa del Nevado de Colima apenas se percibe como una sombra

El paisaje va de altas llamas, enormes fumarolas, árboles consumidos por el fuego, terrenos abandonados de la mano de Dios. El viento cambia la dirección del fuego, en menos de dos horas, todo el cielo azul que techaba el valle de los Frailes hacia Ferrería, todo se ensombreció.

Aturdidos o posiblemente inconscientes turistas llegaban con el afán de la diversión en el bosque, la comida con los amigos, el paseo en caballo o en las cuatrimotos. En un pueblo en que se respiraba aire denso, se percibía la tensión, se animaba la gente entre si, porque hay que decirlo, nada une mas que la tragedia. Entre aire cenizo y triste, olor a ahumado, se veía el cartel de una pelea de box: “evento histórico” predecía el gobernador.

Eva Dorme – En camino a las Dolomitas

Una vez tomada la decision de participar en la vuelta ciclista en las Dolomitas había —Pérez Reverte dixit— que amueblar el paisaje.

Había visitado en un par de ocasiones: un septiembre viajando por el valle del Adigio, manejando viñedos, arboladas colinas, valles abiertos, construcciones tirolesas,  manzanos,, disfrutando de Bolzano, Trento y los pequeños talleres de madera tallada; en otra ocasión durante un invierno en Colfosco / Kolfoscherof dejándome consentir por la particular hospitalidad de esta región, esquiando en una de las cadenas de montañas mas hermosas que conozco. 

Hice mi búsqueda: “libros que describan la historia y region del Alto Adige / Südtirol”, aparecieron contadas sugerencias, Amazon ofreció una solución y me decante por “Eva dorme”  (Francesca Melandri, Ed. Bompiani). El objetivo era leerlo antes del viaje, había tiempo para. En otro tiempo no habría sido una tarea compleja, pero esto ha cambiado y no poco, una maravillosa niña de tres años reclama mi atención, y no hay nada que pueda competir con ella. Así que en los momentos posibles, diccionario en mano, lo leí a ritmo desesperantemente lento.

La novela entrelaza la historia de un amor fallido entre un militar calabrese, con una bellísima mujer austriaca, y  la historia del siglo XX de ese territorio, continuación de los Alpes; al finalizar la Gran Guerra se disuelve el Imperio de los Habsburgo, Austria se ve forzada a ceder el Südtirol a Italia, una población autóctona que se resiste, una población que llega del mas pobre y caliente sur de Italia que se instala —motivada por su gobierno—al pie de las frías montañas, a mezclarse con personas que hablan una lengua que no tiene nada en común con la suya, en fin, una aventura histórica que parecería tener todos los elementos para ser fallida, como el romance de Gerda y Vito. 

Hasta fines de los años 60’s la situación fue compleja, un país que reclamaba el territorio, otro país que negaba derechos a la población autóctona, dos lenguas incomprensibles entre si, terrorismo, atentados, casi guerrilla. Las artes políticas de Silvius Magnago (cabeza política del Südtirol) y Aldo Moro (jefe de estado italiano) lograron una conciliación, definieron un estatuto especial para el territorio, se establecieron tres lenguas oficiales (alemán, ladino, italiano) y se sentaron las bases para la paz y el desarrollo. 

El territorio sin embargo ofrecía elementos que alimentaban la esperanza: larga historia que data de los romanos, belleza natural muy particular, viñedos, valles manzanos, rica gastronomía.

No logre terminar el libro antes del viaje, así que lo tuve que cargar para finiquitar durante el vuelo. Valió la pena, una historia de las posibilidades de conciliación a través de diálogo, de la forma de encontrar soluciones de desarrollo y educación en condiciones que parecen complejas, de la inutilidad de prejuicios que todos, de una u otra forma aprendemos y cargamos  hasta que tomamos la decisión de desaprenderlos y dejarlos en el camino.

La frontera del Brennero (el punto fronterizo que divide el Tirol Austriaco, del Südtirol) entre Italia y Austria desapareció a partir de una primavera de 1998. Trentino Alto Adige / Südtirol, no aparece entre regiones como Escocia, Quebec, Cataluña, País Vasco —por citar algunas– que por motivos étnicos o territoriales buscan su independencia. Hoy es una region multiétnica, bella, próspera, su población adopto su diversidad cultural

Con el tiempo la region pobre y dura se convirtió en sitio de vacación para austriacos e italianos, y visita  obligada para los amantes del montañismo, naturaleza, esquí, gastronomía, buenos vinos, entre otros frutos que ha dado el trabajo y el cuidado de su población.

Admiración y vacío

«La adversidad hace que algunos equipos se rompan, otros rompen sus límites»

Era una hoguera en donde apenas 30 minutos antes llovía cerveza y había carnaval. De repente el tiempo se detuvo, todo se convirtió en murmullo, casi silencio total. A lo lejos, en una esquina unos festejaban el gol que les daría el título. Lo hicieron en la representación mas dulce de la victoria en el deporte, viniendo de atrás.

El niño de lentes tendría ocho años a lo más. Se abrazó a su padre en cada gol  que recibió Tigres y los que hizo Tigres. En unos se abrazaba buscando protección, en otros se abrazaba exultando júbilo. El padre, estoico en los momentos difíciles, exultante en los goles, casi enloquecido en la victoria, nunca se cohibió. Eran él y su hijo, apenas dos puntos amarillos en la marea rojiblanca. Estaban dos filas por delante de mí. Pasé de la compasión al reconocimiento. Lo que en un inicio parecía se convertiría en su peor pesadilla, terminó por ser un día que padre e hijo recordarán entre las mejores de sus memorias, hablarán de ese día en infinidad de ocasiones, les dejará el recuerdo de la victoria fundida en un abrazo filial. 

A los rojiblancos tampoco se nos olvidará, como no se me olvida aquella final con Necaxa cuando todo estaba preparado para la fiesta, no se me olvidará jamás esta cuando a la fiesta solo le restaban cuarenta y cinco minutos para que continuara de manera indefinida, un guión similar con mas de dos décadas de distancia. Derrotas y victorias como estas marcan al aficionado, esa es la belleza y la crueldad del deporte. 

Chivas y su gente se comportaron a la altura, iniciaron haciendo una final de ensueño, después vinieron los hierros, que a tiempo pasado es de mayor facilidad juzgar. La afición al final reconoció a su equipo, al equipo contrario y a los aficionados del contrario. El niño y su padre pudieron festejar a pleno sin que existiera ninguna agresión, como debe ser, pero como desafortunadamente no es en la mayoría de los estadios. 

El pequeño no solo se lleva la emoción y el gozo en su corazón, se lleva el recuerdo de un padre que de manera esforzada le regalo estar ahí, le enseño la dignidad de defender en lo que cree, y de festejar sin ningún tipo de complejo, se lleva también las palmadas de tantos rojiblancos a su alrededor que lo felicitaron, así es esto.

De todas las derrotas se aprende.

Re-Imagina

“Los tiempos parece que se están volviendo incluso mas locos, yo seguiré ahora desde el margen”, así recapitulaba y finalizaba su larga carrera.

Días mas tarde recibí el correo que puntualmente recibía los domingos de cada semana, cuyo único contenido era una frase donde el énfasis lo ponía en la importancia cada vez mayor de papel de las mujeres en los diferentes ámbitos de la vida, y en lo que representa su frase mas icónica: “People first”.

Fue su último acto de una larguísima trayectoria como autor de libros, conferencista, y de creativos y metafóricos modelos y prácticas de gestión (My Retirement). Entre sus obras mas relevantes, de una amplia bibliografía: En Busca de la Excelencia, Re-Imagina, Thriving on Chaos.

E esta ocasión se trataba de una despedida, si, aún hay gente que incluso en estas circunstancias se despide, no habría mas. Como dicen que en esta vida es de bien nacidos ser agradecidos, respondí agradeciendo estos años de contenidos compartidos, de lo que me aporto, me puso a pensar, y me ilusionó cada vez que lo leía o lo escuchaba. Su manera de compartir teorías y casos de uso siempre iba asociada a un diseño inteligente y ameno. Sus famosas presentaciones en Power Points —generalmente los compartía de manera abierta— son creativas metáforas, mas que aburridas láminas.

A los pocos días recibí respuesta de Lynnette, parte del equipo de Peters, agradeciendo el mensaje, mencionaba que Tom no recibe directamente estos correos, «se los estamos agrupando para que los lea y vea todo el impacto que genero». La sorpresa no fue el mensaje que recibí, la sorpresa fue que me respondieran.

En una época en que obtener una respuesta a un mensaje es una excepción, en muchos casos por verdadera falta de tiempo para ello, en la mayoría por displicencia, en algunos casos por franca falta de la mas elemental educación, Tom Peters no solamente respondió a través de su equipo, además deja un legado en el que comparte de manera abierta cantidad de contenidos para su consulta. Es generoso, es empático incluso después de 45 años de carrera, mas de 2,500 conferencias, 20 libros publicados, es el tipo de personas que marcaron una época que se desvanece.

Coincido con el, los tiempos se están volviendo cada vez mas locos.

Es tiempo de Re-imaginar.

El mejor de la historia

La frase se repite de manera incesante desde hace muchos años, quizás desde que el mundo es mundo. En el deporte en particular, pero en la política, la ciencia, en las artes, en la literatura también. A raíz de la reciente Copa del Mundo se calento el tema, no es para menos, pensaran unos y otros.

¿Existe tal cosa como el mejor de la historia?, no lo comparto, cada época, cada equipo, cada sociedad, tiene su propia circunstancia, su propio momento. Aún así, es constante escuchar a personas inclinarse por quien consideran que su particular selección de personaje no tiene rival, no es comparable, es inapelable. El fanatismo empieza a partir de ahi: no entender los matices, las circunstancias, las características, pensar que solo existe ese mejor de la historia, sin contrastar las circunstancias y momentos, los vuelve en paladines del todo o nada, la discrecionalidad desaparece.

Enfocar la vision en ese “mejor del mundo” nubla la vision, sesga la realidad, nos limita a seguir una jerarquía que queremos sostener, nos impide disfrutar de las virtudes y momentos de los “otros”, nos empantana en estériles conversaciones en las que jamás convenceremos a nadie —tampoco permitiremos que nadie nos convenza—. Y sin embargo, la conversación se seguirá polarizando creo que cada vez mas, así nuestro nivel e incapacidad de diálogo y contraste.

“El futbolista más grande de la historia ha sido Di Stéfano. Me niego a catalogar a Pelé como futbolista. Estaba por encima de eso”. —Ferenc Puskas