¿Donde estás Germán Dehesa?

El sol de verano se despedía con los últimos rayos que se filtraban por la calle principal de Santa Teresa de Gallura, dejando a su paso una tarde tibia. El ambiente era húmedo y siendo septiembre aún había muchos paseantes disfrutando el final del verano, entre ellos me encontraba junto con los generosos amigos anfitriones que me invitaron a navegar las costas entre Cerdeña y Córcega.

En ese momento se unía al viaje que inició en Porto Torres, una pareja que llegaba con noticias frescas —la conectividad era aún limitada—: «acaba de morir Germán Dehesa», me dice Noé, esperaba la noticia pero con Germán no se sabía nunca, como Ave Fénix regresaba vigorizado después de casi estar desahuciado. Sus ganas por vivir las contagiaba por los poros, fuera en su columna diaria, en sus programas de radio, en los montajes de teatro, en televisión, o por donde anduviera, su espíritu era de un alegre trovador.

Podría llamarse un “hombre renacentista” en cierta medida; lo descubrí cuando el periódico Reforma salió a la luz por ahí del 94/95, un periódico que era aire fresco ante una anquilosada y sistémica prensa del entonces D.F. Su esquema de venta genero ámpula entre el sindicato de voceros de la ciudad, se negaron a distribuirlo entre su gran membresía de voceadores, obligando al periódico a encontrar sus medios para distribuirse. Articulistas, reporteros, y todos los que pudieran y quisieran ayudar se sumaron a la distribución, entre ellos, voceador de lujo, el primero en la fila era Dehesa, autor de la naciente “La Gaceta del Ángel”

El nombre de la columna se atribuía a ese Ángel emblemático de la ciudad que vio nacer al Reforma, no era así. Su hermano mayor, llamado Ángel, posiblemente derivado de un mal proceso de parto nació con parálisis cerebral, y debido a esta condición fue motivación para que Germán le describiera el mundo y sus aventuras a través de lecturas que les dieron -seguramente a ambos- un bagaje literario único, «la maldición de esta enfermedad» como se expresaba de ella la madre de German, «me dio el dominio de la palabra, me dio la lectura, me dio el dialogo, me dio el manejo de las tensiones».

Su cultura era vasta, se permitía el don del gran humor y sarcasmo, nunca se tomaba en serio. Sus columnas diarias eran narraciones íntimas contadas con desparpajo, permitiendo a sus lectores asomarse a su vida y dándonos la posibilidad de vernos reflejados en esa cotidianidad. Compartía vivencias, anécdotas, rutinas, la complejidad de una familia afectada por un divorcio, lo hacia con humor y dulzura, y así fue como conocimos a sus esposas, la Tatcher, la Hillary, y a sus hijos para los que tenia apodo para cada uno, recuerdo el de su hijo mas pequeño “Tamal de Dulce” de quien narro la existencia desde su concepción.

Su crítica al poder era incisiva, lucida, congruente y constante. Al que fue gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, no lo soltó, lo citaba todos los días en su columna con una sección al final “¿cómo durmió señor Montiel?”. Apartidista con profundo desdén por el PRI y lo que este significaba, su único compromiso era con la literatura y el humor, no importaban los sucesos del día o la semana, todos los viernes remataba su columna con el “Hoy Toca”.

Sus columnas escritas diariamente eran lectura obligada -se convertirían en libros mediante recopilaciones, como lo hiciera Ibarguengoitia-, en la radio su programa -siempre en un horario cómodo de escuchar entre las 2 y las 4- era divertida mezcla de cultura, revista y musica, igual entrevistaba a politicos, poniéndolos entre la espada y la pared, citaba de memoria fragmentos de sus autores favoritos, recuerdo entre ellos particularmente a Borges y a Montaigne (Miguel de la Montaña le llamaba), recitaba con veneración a Jaime Sabines, su poeta favorito, recomendaba títulos y se sabia de memoria las editoriales y en muchos casos los traductores de cada titulo; presentaba a músicos, como Carlos Díaz “Caíto” -a quien gracias a estos programas conocí y fui a ver a la desaparecida y extrañada Peña Cuicacalli- , hablaba de sus queridos Pumas y otros deportes con el «orgullo de mi nepotismo», su hijo Ángel.

Miembro activo de la bohemia de la ciudad, me toco ver algunas de sus presentaciones en La Planta de Luz ubicada en Plaza Loreto, recuerdo el “When I’m sixty four”, mezclaba musica de la canción de los Beatles con una apología al envejecimiento, y divertidas diatribas y críticas a los politicos del momento. También lo hacia en El Hijo del Cuervo, espacio cultural fundado por su buen amigo y seguramente compañero de parranda Alejandro Aura y por su entonces esposa, la escritora Carmen Boullosa

Se extraña su pausada prosa con voz moderada y finísimo sarcasmo. Tan ameno en la palabra escrita como al hablar, su agilidad mental, memoria prodigiosa y gran sentido del humor, que lo convirtieron en personaje favorito del publico asistente a la FIL, yo aprovechaba sus presentaciones para llevar a mi abuela y a mi madre a verlo y disfrutar de su aguda critica social.

Mexico extraña a personajes de esta lucidez, personajes que daban luz y no se cegaban en las cavernas de una militancia o fe dogmática hacia personajes politicos e ideologías que tienen al país en una division, violencia y crisis identitaria de la que al menos yo no tengo memoria.