El mejor de la historia

La frase se repite de manera incesante desde hace muchos años, quizás desde que el mundo es mundo. En el deporte en particular, pero en la política, la ciencia, en las artes, en la literatura también. A raíz de la reciente Copa del Mundo se calento el tema, no es para menos, pensaran unos y otros.

¿Existe tal cosa como el mejor de la historia?, no lo comparto, cada época, cada equipo, cada sociedad, tiene su propia circunstancia, su propio momento. Aún así, es constante escuchar a personas inclinarse por quien consideran que su particular selección de personaje no tiene rival, no es comparable, es inapelable. El fanatismo empieza a partir de ahi: no entender los matices, las circunstancias, las características, pensar que solo existe ese mejor de la historia, sin contrastar las circunstancias y momentos, los vuelve en paladines del todo o nada, la discrecionalidad desaparece.

Enfocar la vision en ese “mejor del mundo” nubla la vision, sesga la realidad, nos limita a seguir una jerarquía que queremos sostener, nos impide disfrutar de las virtudes y momentos de los “otros”, nos empantana en estériles conversaciones en las que jamás convenceremos a nadie —tampoco permitiremos que nadie nos convenza—. Y sin embargo, la conversación se seguirá polarizando creo que cada vez mas, así nuestro nivel e incapacidad de diálogo y contraste.

“El futbolista más grande de la historia ha sido Di Stéfano. Me niego a catalogar a Pelé como futbolista. Estaba por encima de eso”. —Ferenc Puskas